viernes, 26 de febrero de 2010

Tengo una mujer en el alma


Tengo una mujer en el alma,
que me duele a pie de párpado,
cuando no hay más que distancias.

Tengo una mujer en la piel,
que se quema entre mis dedos,
aunque pueda o no pueda,
aunque deba, o no deba tocarla.

Tengo una mujer, en los ojos,
incrustada en la penumbra,
tan etérea como el aire,
tan ajena como el agua.

Tan hermosa,
como nadie que haya pasado antes por mi vista,
redibujando el paisaje,
describiendo con silencios,
casi todas mis batallas,
por eso cierro los ojos,
para que no se me escape,
para que nunca se vaya.