martes, 30 de agosto de 2011

Deseos...

Mientras pasa la estrella fugaz
acopio en este deseo instantáneo,
montones de deseos son los prioritarios.

Por ejemplo que el dolor no me apague la rabia,
que la alegría no desarme mi amor,
que los asesinos del pueblo se traguen
sus molares, caninos e incisivos
y se muerdan juiciosamente el hígado.

Que los barrotes de las celdas
se vuelvan de azúcar o se curven de piedad,
y mis hermanos puedan hacer de nuevo
el amor y la revolución.

jueves, 4 de agosto de 2011

Perderme...

Perderme primero en tus ojos
dos nocturnas luces en el límite del cielo,
diciendo que me quieres
un saludo, un no te vayas, un perdón.

Y te miro.

Bajar después hacia tu boca
enredarme en tu sonrisa
que me anuncie que aun no se te ha olvidado
como ser feliz.

Y sonrío.

Descender por tu cuello, por tus brazos,
recordar como palpita el corazón,
como estremece tu voz al estrecharte fuerte en un abrazo.

Y te presiento.

Llegar al fin rendido a tu cadera
que suscita la pasión y la entereza
que solo da sentir amor por alguien
y sabes, te deseo.

Regresar, inexorablemente a tu mirar,
donde sólo he de decirte, confesarte,
quizá me pierda un rato en tu cabello,
la hipérbole me dice que te quiero,
ya sabes, soy un poco exagerado...

Y lo digo.

Ansiar de repente tus besos, tus caricias, tus manos,
y encontrarme solo apartado de tu cuerpo;
recurrir al corazón
por que suele salvarme al saber que estas en el,
en mi piel, en mi sangre.

¿Verte? No, prefiero contemplarte... con los ojos cerrados.