Perderme primero en tus ojos
dos nocturnas luces en el límite del cielo,
diciendo que me quieres
un saludo, un no te vayas, un perdón.
Y te miro.
Bajar después hacia tu boca
enredarme en tu sonrisa
que me anuncie que aun no se te ha olvidado
como ser feliz.
Y sonrío.
Descender por tu cuello, por tus brazos,
recordar como palpita el corazón,
como estremece tu voz al estrecharte fuerte en un abrazo.
Y te presiento.
Llegar al fin rendido a tu cadera
que suscita la pasión y la entereza
que solo da sentir amor por alguien
y sabes, te deseo.
Regresar, inexorablemente a tu mirar,
donde sólo he de decirte, confesarte,
quizá me pierda un rato en tu cabello,
la hipérbole me dice que te quiero,
ya sabes, soy un poco exagerado...
Y lo digo.
Ansiar de repente tus besos, tus caricias, tus manos,
y encontrarme solo apartado de tu cuerpo;
recurrir al corazón
por que suele salvarme al saber que estas en el,
en mi piel, en mi sangre.
¿Verte? No, prefiero contemplarte... con los ojos cerrados.


No hay comentarios:
Publicar un comentario